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Carnaval de Molango: el latido vibrante de la tradición

Molango se llena de color, música y danza en un carnaval que es más que una fiesta: es identidad y herencia cultural.

Por José R. Martínez

Marzo 4, 2025

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Carnaval de Molango: el latido vibrante de la tradición

Molango de Escamilla, Hgo. – La fiesta en la sierra corre traviesa entre las calles de Molango, como si llevara consigo los ecos de antiguas celebraciones que resuenan en el presente. El repique de los tambores se funde con los acordes de la banda y el taconeo enérgico de los danzantes, que con cada giro parecen invocar la memoria de los ancestros. La música, el color y la alegría estallan en un espectáculo donde el folclor no es solo un adorno, sino la esencia misma del pueblo que lo celebra.

El Carnaval de Molango no es una festividad cualquiera. Es la herencia de generaciones que han hecho de la danza, el canto y la indumentaria una expresión de identidad. Las calles se inundan de comparsas, máscaras y atuendos vibrantes, en un despliegue de creatividad que da vida a personajes míticos y caricaturescos, testigos de la fusión entre lo prehispánico y lo colonial.

Danza, historia y resistencia cultural

Los danzantes de cuadrillas, ataviados con trajes multifacéticos y policromáticos, ejecutan pasos que son el latido de un pueblo que se niega a olvidar su historia. Las máscaras, elaboradas con gestos exagerados, representan tanto la picardía como la resistencia cultural de una comunidad que ha aprendido a reírse de la adversidad.

No hay rincón del pueblo que no vibre con la energía del carnaval. Es una explosión de júbilo, donde el pasado y el presente se dan la mano en una danza sin tiempo. Cada paso, cada melodía y cada grito de júbilo es un recordatorio de que Molango no solo celebra una festividad: reafirma su identidad y su espíritu indomable.

Más que una fiesta, el alma de Molango

Porque en este rincón de Hidalgo, el carnaval no es solo fiesta. Es el alma misma del pueblo, latiendo con fuerza en cada compás, en cada color y en cada sonrisa que ilumina el rostro de quienes, año tras año, mantienen viva la llama de su tradición.

Fotografías: Beto Carmona